Tristes y desesperadas lágrimas viajan por mis mejillas.
Las humedecen tiernamente con pequeñas pizcas de melancolía.
Siembran semillas de amor en cada uno de sus pasos.
Se derriten al ritmo del acalorado latido complaciente de mi pobre corazón.
Mares de soledad y desamparo se han formado precipitadamente en los cuatro rincones de mi cuarto; y nado en ellos en busca de tu mirada, esa inolvidable sensación, increíble alucinación que vuela como mariposas encerradas en un frasco de vidrio cerrado y transparente.
Cada gota grita tu nombre. Cada segundo trae consigo una mancha de locura y fantasía.
Cada cielo despejado pinta con un brillante matiz blanco la figura de la impenetrable luna llena; se refleja con aires de autoridad sobre el calmo río que atraviesa el solitario puente de caliza.
Una a una las estrellas titilan a lo alto, al compás del alegre ritmo que se hace escuchar entre la hierba.
Grillos aventureros y aves viajeras saludan cariñosamente y nos envuelven con su magia en un cuento de hadas.
El rápido silencio de la ruta nos desliza intencionalmente hacia un inmenso mundo deshabitado y frío, ofreciendo una suave brisa trasnochadora y una compañía ciega y ausente.
Las olas de esa corriente tiesa, que roía con suavidad las piedras ancladas en la orilla, depositaron entre mis pies una botella color maíz, y dentro, recostada de lado en su fondo,estaba yo.
Con extrañeza y confusión removí granos de arena que cegaban mi mirada, y me encontré, asombrada y conmovida.
Estaba ahí, soñando, sintiendo, amando, sollozando, luchando contra el bestial destino, y batallando más allá de mis miedos, para lograr paralizar el tiempo.
Conseguir, en ese instante, seducir tus encantos de amante infiel, envolverte con mil sogas de hilo francés y encerrarte conmigo en aquella absurda botella de cristal antiguo.
Que aquel espacio sea el refugio de nuestras almas, donde recurra en las noches tristes, ore con sigilo a un Dios perdido entre penumbras, y rece en secreto por volver a poseerte.
Aquellas plegarias harán eco en las gruesas paredes vidriosas y tu silencio será quien responda a las preguntas de esta mujer enamorada, que sin quererlo está hoy condenada a amarte…
Dime amor cómo respirar, es imposible si cada uno de mis suspiros se los llevó tu presencia. El oxígeno quedó contaminado, y la sangre, antes roja pasión, está atrapada en una cárcel de robustos lingotes.
No anhela salir, no quiere volver a ser libre; prefiere ser esclava de tus ojos verde esmeralda.
Cómo podrán mis manos volver a rozar la dulzura de las noches, sin llorar por no sentir la suave piel que me abrazó entre las sábanas, cuando creía desvanecerme por no encontrarme.
Dónde buscaré tus labios, el silencioso susurro de tu boca, esa obsesión peligrosa que transformaba en deseo amarte locamente y hacerte mío a escondidas.
Por qué no logro escapar de la monotonía de mis días, y recaigo en el espejismo de no tenerte, de pensar que tus manos reviven únicamente en las huellas que dejaste enterradas en mi pecho…
Quién observará mi rostro dormido, y me regalará sus mimos de caramelo, envueltos prolijamente en papeles de colores.
Quién dibujará corazones en mi espalda mientras despierto lentamente de un sueño casi real, donde recostados entre pétalos de rosas, imagino un mundo contigo.
Quién quitará mis ropas con timidez y ternura, y me hará el amor desenfrenadamente bajo finas telas que rodeen nuestros cuerpos desnudos.
Quién será el que me atrape con sus filosas garras, y devore sin compasión mi anatomía encendida con chispas de fuego, quemando hasta extinguirse en cenizas y polvo.
Quién cubrirá de sonrisas mi fisonomía, y despeinará graciosamente mis cabellos hasta perderse entre sus dedos de marfil, tallados por artesanos de sueños con la delicadeza de una dama.
Quién me recitará al oído con voz de poeta perdido entre notas, canciones de amor y esperanza, inventadas tristemente para callar bocas de fuego y miradas que irradian calor al creer escuchar un Te Amo.
Quién volverá a acariciarme por primera vez, manipulará mis débiles fuerzas de niña y terminará acostándose con mi alma para ponerle un sello a mis deseos.
Quién retornará para enamorarme y soñar nuevamente con oír que le pertenezco, así como las flores y el sol a la primavera.
Quién será, amor mío, sino tu deseada figura, la que regrese a hacerme mujer, y le devuelva a mi vida las ilusiones que concebimos aquella noche de lujuria, donde inocentemente me hiciste conocer para qué sirve el corazón.
Por qué no apareció de repente un ángel vagabundo, y con pausa y devoción, me explique cómo deshacerme de esta maldita sensación que se escapa como arena entre mis dedos.
Por qué tuve que entregarme a mis emociones y dejar a un lado los gritos alterados de mi conciencia.
Por qué no pude evitar acostarme con el diablo que habitaba mis sombras, y hoy caminar esquivando vestigios de locura.
Por qué es imposible alejarme de este estado que asfixia y no deja respirar, por qué sólo tu amor es capaz de rescatarme de esta tormenta.
Por qué quise enamorarme, por qué elegí ser feliz y vulnerable, por qué abrí mi marchito corazón sin cuidado, sabiendo que finalmente la demencia acabaría por encontrarme…